Un baño de parafina relaja los músculos, alivia los espasmos y contracturas, así como suaviza la piel reseca y agrietada, brindando mejoría a la vez en los articulaciones en casos de artritis. Es el método de termoterapia superficial elegido para el tratamiento de reumatismos y secuelas traumáticas de las manos o pies.
El agente terapéutico de los baños de parafina es el calor, por lo que para practicarlos se necesita que la sustancia adquiera una temperatura de 50 a 54 grados Celsius. El poder calórico del baño de parafina es seis veces superior al del agua y la analgesia obtenida es superior y más duradera.
El primer paso es introducir la mano en un recipiente con parafina a esa temperatura durante unos segundos, entre tres y seis veces, para luego retirar la mano del baño y aguardar entre 15 y 20 minutos, hasta que la parafina se enfríe y forme una capa sólida.